Jesús: Nuestra agua viva
"Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría." (Evangelio de San Juan 4, 10)
Todos nosotros alguna vez hemos sentido un vacío dentro de nosotros que tratamos de llenar y muchas veces no logramos saciar. Cuando esto sucede sentimos la necesidad de llenar un hueco dentro, que solamente Jesús puede sanar. Sin embargo tratamos de llenarlo de muchas maneras.
Nos volvemos ambiciosos con nuestros sueños y metas pensando que vamos a encontrar nuestra plenitud, satisfacción y felicidad en el éxito, en cuanto logremos lo que tanto anhelamos. ¿Qué me hace feliz? ¿Qué es lo que verdaderamente me dará una vida que me satisfaga? Casi siempre nuestra respuesta será algo externo a nosotros. Puede que pongamos nuestra esperanza en un amor romántico, en una profesión, en causas sociales o en el dinero y lo que este hará por nosotros. Pero lo que sea que te lleve a decir: "Si tuviera eso, si logro eso, entonces sabría que soy importante, entonces tendría valor, entonces sería seguro", es probable que sea algo fuera de ti.
—Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. (Evangelio de Juan 4, 13-14)

Foto de Pily Tristán para CEC Nacional
La metáfora del agua viva significa todavía más que eso. Jesús no solo nos dice que lo que Él ofrece salva vidas, también nos está relevando que satisface desde el interior. Nos dice: “si bebes mi agua, fluirán de ti ríos de agua viva que conducen a la vida eterna” Jesús está hablando sobre una satisfacción profunda del alma, una increíble satisfacción que no depende de lo que sucede afuera de nosotros.
En noviembre de 1918, Concepción Cabrera de Armida escribió: “¿Qué cambio se ha operado en mí? Un claro conocimiento de todo lo que pasa, lo que cambia, lo que acaba, ¡lo que no es! ¡La tierra con todas sus cosas, todas, no son sino un escalón para ir a Él! ¡Todo se pierde en Dios! Los amores, los dolores, las ilusiones, esperanzas, los deseos, los anhelos, todo, ¡todo se abisma en Él! ”

Foto de Miguel Valdes para CEC Nacional
Nada externo a nosotros nos puede saciar como lo puede hacer Jesús. Por ello decidí entregarme por completo, Él fue quien me salvo y continua salvándome de mi mismo. ¡Oír su voz me ha hecho muy feliz! Deseo que muy pronto tú también la escuches, busca su voz que es la guía y ayuda interna que te introduce a lo agradable y bueno para tu vida, y recuerda siempre que Cristo es la plenitud que todo lo llena.
Del evangelio según San Juan capitulo 4, versículos 13 y 14.