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La carrera de mi vida

Entre todas las situaciones que están sucediendo en el mundo, y tantas noticias que nos abruman, hace unos días decidí salir de la rutina y ver una película distinta, elegí la de Forrest Gump. ¿Qué es lo que refleja esta película, que hizo que entrara en mi top de favoritas? Forrest, quien es el protagonista de la historia, tiene gran cantidad de dificultades desde su infancia debido a su discapacidad tanto intelectual como física; sin embargo, siendo constante, esforzándose, mostrándose tal cual es y teniendo la perseverancia necesaria para avanzar, consigue superar cada adversidad que se le presenta.


forrest gump corriendo
¡Corre Forrest!

Me encantó la película porque pienso que nuestra vida como cristianos tiene que ser precisamente eso. Una carrera de resistencia, llena de esfuerzo y sacrificio la cual tenemos que seguir hasta el final. Pero… ¿Nos hemos detenido?


Una de las pruebas más difíciles en nuestra vida para aquellos que creemos en Dios, es no sentir su presencia en nuestro caminar diario. Aún recuerdo la primera vez que conocí a Dios, me sentía emocionado, entusiasmado, hambriento de su amor. Pero ahora me doy cuenta que estoy súper desconectado, me siento perdido, me siento apartado de Él. En esta ocasión hay una pandemia, a veces hay otros problemas que tienden a abrumarnos con sentimientos de preocupación, de enojo, de ansiedad, y otros más sentimientos negativos que hacen que sea complicado confiar plenamente en Dios.


Muchas veces cuando nos encontramos en medio del desastre, cuando nos encontramos con todo fuera de nuestro control, que pareciera que todo se va derrumbar tendemos a olvidar lo que Dios ha hecho por nosotros. Como humanos y aún más como jóvenes tendemos a querer tener el control de las cosas y se nos olvida quien es el que sostiene todo.

Pero entonces ¿Cómo reconocer de nuevo a Dios? ¿Cómo marchar con valentía hacia adelante en estos tiempos difíciles? Pues desenfocándonos de todo aquello que no edifica, y, en cambio, enfocándonos en Jesús, en su ejemplo de vida, y en su continua presencia en esta travesía, la cual se da en medio de oposiciones, distracciones, dificultades y estados de ánimo cambiantes.


Y llegamos a la conclusión de que nos hemos equivocado tanto que no sabemos cuánto nos debemos, y dejamos de avanzar, pero independientemente de lo lejos que nos hemos desviado, es el momento de tomar fuerza y continuar. El apóstol Pablo decía: "No me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya alcanzado; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto”. (Filipenses 3, 13-14).

Foto de Alan Segovia para CEC Nacional



Antes de irme les comparto también un pequeño fragmento de una oración escrita por el padre Luis Manuel allá por finales de los años 60. “Señor, dame siempre inquietud para no estacionarme a gusto donde estoy. Dame fuerza, dinamismo y valor, para lanzarme más allá, aunque duela el arrancón. Cuando veas que salgo de tu órbita por falta de generosidad, carga de nuevo mi corazón con el combustible de tu amor y volveré a correr a la estupenda velocidad de los latidos de tu corazón”.


¡Nunca lo olviden! Que mirar a Jesús nos inspire, nos fortalezca, nos de seguridad y confianza para seguir avanzando. Nos recuerde que, así como Él venció, también nosotros podemos vencer; porque Él vive en cada uno de nosotros.



De la carta a los Filipenses capítulo 3, versículos 13 y 14.



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