Viviendo con prisa
Hace unos días estaba jugando un rato en mi celular. Juego casualmente, para distraerme; pero ese día en vez de distraerme, aquel juego me dejó recordando y pensando un montón de cosas que hoy quisiera compartir.
Seguro que has oído hablar de Call of Duty, salió recientemente para celulares. Aunque es un juego nuevo, incluye mapas populares de juegos anteriores. Pues ese día estaba yo jugando normalmente cuando un momento de la partida me transportó a mis años de adolescencia (los más viejos y nostálgicos entenderán) en los que jugaba en mi vieja computadora con una copia pirata de aquel famoso Modern Warfare, el juego que prácticamente reinventó esto de los juegos de disparos hace unos 13 años. Pero bueno, eso es otro tema.
Apenas estaba yo comenzando a recordar aquellos tiempos felices, matando algunos cristianos, cuando se terminó el juego. Por lo menos mi equipo ganó...

No pude evitar notar la diferencia en la duración de las partidas. Cuando en el juego para celular duran algunos 5 minutos, incluso menos; en aquel juego de mi adolescencia me divertía en partidas de hasta 20 minutos.
Aunque claro que es diferente jugar en un teléfono que hacerlo en la computadora, esto me dejó pensando y me di cuenta de que no es lo único que ha cambiado. El mundo quiere avanzar a pasos agigantados, e inevitablemente vamos avanzando con él.
¿Recuerdan que los memes podían durar hasta todo un mes en las redes y
seguían siendo graciosos? Hasta celebrábamos el fin de año con un meme distintivo para cada mes. Hoy cada semana tenemos 10 memes nuevos, y eso solo contando las imágenes. Además aparecen cada día un montón de videos nuevos en Facebook, tiktoks y comentarios con las referencias de moda.

Todo avanza más rápido, y nosotros vamos aprendiendo también a correr. ¿Te has fijado en cuánto tiempo le dedicas de tu atención a cada foto en Instagram? Yo creo que no más de 4 segundos. ¿Cuántas fotos crees que ves solamente en una hora?
Nos estamos acostumbrando a lo que es breve, rápido, a lo instantáneo. A las historias que desaparecen en 24 horas, a solo leer opiniones de 140 caracteres, a omitir el intro, a usar emojis y stickers en vez de explicar lo que sentimos.
Y no está mal, es el mundo en el que vivimos y tenemos que adaptarnos. Pero es muy importante saber hacer una separación, y que estas costumbres de la vida digital no se vuelvan costumbres de nuestra vida real.
Después sucede que no sabes porqué tus relaciones no duran más de tres meses, porqué te aburres de las personas, de los lugares. ¿Por qué nunca aprendiste a tocar ese instrumento que querías? ¿Por qué ahora sientes que ya no te gusta la carrera que estudias? Es por que nos hemos acostumbrado a lo instantáneo, a vivir con prisa.

Y esta situación se vuelve especialmente grave cuando esa prisa, ese deseo de tener un resultado inmediato, de tener tu gratificación instantánea se comienza a volver un obstáculo para lograr tus sueños; cuando la prisa por obtener lo que quieres comienza a cambiar el rumbo de tu vida, la dirección de tus ideales.
Hay algo que debemos tener claro y muy presente: los sueños más grandes, esos que valen la pena, se conquistan con perseverancia y paciencia. No podemos llegar a la cima si antes no hemos renunciado a las prisas.
No se trata tampoco de quedarnos sentados viendo la vida pasar desde nuestro balcón. ¡Hay que atreverse! Las mejores experiencias comienzan cuando nos arriesgamos. Pero arriesguémonos a comenzar aventuras de carrera larga. Completa cursos, vuélvete experto en algo, conoce a fondo a esa persona, emprende un negocio o inicia un proyecto. Aventuras de una noche siempre habrá, pero para dejar huella en el mundo hay que aprender a aceptar que las mejores recompensas no llegan de manera instantánea.
¿Te has dejado llevar por la prisa últimamente?
Del número 142 de la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit.